Batalla dialéctica en Oxford entre la ciencia y la fe

La Universidad de Oxford acogió este jueves el duelo dialéctico más esperado. El biólogo evolutivo Richard Dawkins, uno de los ateos más influyentes del mundo, debatió con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, líder de la Iglesia Anglicana en el abarrotado teatro Sheldonian. Darwinismo frente a Creacionismo. Ciencia versus religión.

Richard Dawkins defendió con firmeza y convicción las teorías de Darwin mientras que Rowan Williams atribuyó "la belleza y la elegancia del mundo" a la intervención divina.

El debate despertó tal expectación en Oxford que se llenaron dos teatros adicionales para seguir la disputa a través de pantallas. El evento fue retransmitido en directo y fue seguido por decenas de miles de personas, que se volcaron en comentarlo en las redes sociales.

El moderador

El activo papel del moderador del encuentro, el filósofo y agnóstico declarado Anthony Kenny, hizo que en algunos momentos pareciera un debate a tres. Kenny intervino en numerosas ocasiones para hacer reflexiones y bromas, así como para plantear nuevas cuestiones a los dos participantes, en particular a Richard Dawkins. De hecho, el zoólogo acaparó la mayor parte del tiempo del debate, que se prolongó durante noventa minutos.

Kenny comenzó el debate pidiendo al público que mantuviera la compostura y se abstuviera de aplaudir hasta el final.

"No sé si hay Dios o no, estoy abierto a que me convenzan y tengo a mi lado a dos personas que creen tener la respuesta", comenzó Kenny, albacea literario de uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, Ludwig Wittgenstein.

Origen del Universo

El arzobispo Williams reconoció que la Biblia no da "una explicación científicamente válida de la formación del Universo", pero defendió su valor "espiritual". "Los autores de la Biblia no sabían nada de la física del siglo XXI; se limitaron a transmitir simplemente los mensajes fundamentales que Dios quería que transmitieran", admitió Williams ante la primera pregunta del público sobre la interpretación del Génesis y la "edad" del Universo.

Dawkins, autor de 'El espejismo de Dios' y 'La magia de la realidad', desplegó una encendida defensa del darwinismo para apoyar su tesis de que el ser humano es un producto exclusivo de la evolución biológica, sin intervención divina.

"Es maravilloso saber que las leyes de la física, a través de la selección natural, han producido estas enormes colecciones de átomos que somos los seres vivos, tan complejas que es fácil que se produzca la ilusión de que hay algún diseño detrás de ellas", sostuvo el científico.

La conciencia

"Darwin no tiene mucho que decir para solucionar el problema de la conciencia y no veo demasiado avance en las explicaciones científicas sobre ese tema. Quizás es algo que no depende solamente de las leyes de la física", arguyó el arzobispo.

"Si no podemos entenderlo, será que tiene que ver con Dios", ironizó en respuesta Dawkins, quien subrayó que un ordenador debidamente programado podría actuar igual a un hombre consciente, sin necesidad de que un ser superior interviniera en el diseño del software.

El clérigo replicó que una máquina no es más que una "herramienta" que nunca podrá "hacerse preguntas sobre sí misma, explicar bromas, fantasear" ni, por supuesto, "conectarse con esa energía creativa que llamamos Dios".

Su segundo debate

Los dos pensadores se midieron por primera vez cara a cara hace dos años, en un debate organizado por el Canal 4 de televisión. "¿Cree usted que Dios ha tenido algún papel en el proceso evolutivo?", preguntó entonces Dawkins. "Para mí, Dios es el poder o la inteligencia que da forma a todo el proceso", respondió Williams. "El acto de Dios es el principio de la creación".

Desde entonces, el biólogo y el arzobispo dejaron atrás la acritud del pasado y decidieron entablar un diálogo constructivo, seguido este jueves en directo por decenas de miles de internautas que quisieron tomar partido en el eterno debate de Darwin 'versus' Dios.


Tomado de elmundo.es

Los caballos primitivos encogieron por el calor

A más calor, menor tamaño corporal y con temperaturas más bajas, mayor corpulencia. Los primitivos caballos, hace unos 55 millones de años, siguieron al dedillo esta regla en su evolución y adaptación a las condiciones del entorno, hasta el punto de que el Sifrhippus, el caballo más antiguo que se conoce en el registro fósil, llegó a tener el tamaño de un gato doméstico (y menos de cuatro kilo de peso) al encoger durante una fase de calentamiento pronunciado del planeta. Luego, cuando bajó de nuevo la temperatura, se hizo más grande. Lo interesante de la investigación realizada al respecto por unos científicos estadounidenses, no es solo el cambio de tamaño de aquellos caballos remotos, sino que se produjera claramente asociado a un calentamiento (hasta cinco grados centígrados) y enfriamiento posterior. Ross Secord y sus colegas lo explican en la revista Science.

El Sifrhippus surgió en los bosques norteamericanos y pesaría algo menos de seis kilos. Pero en el período climático de la Tierra denominado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, en el que subió la temperatura hasta cinco grados centígrados, ese animal disminuyó su tamaño un 30%. Fue hace 55 millones de años, y aquel intervalo de calentamiento duró 175.00 años. Cuando el clima se enfrió, el caballo primitivo aumentó de tamaño y ganó peso, hasta un 75%, alcanzando los siete kilos.

En muchos mamíferos se había observado esa correlación entre tamaño y temperatura, la denominada regla de Bergmann, pero no estaba claro si esa tendencia hacia animales más corpulentos en climas fríos y más pequeños en climas cálidos estaría directamente relacionada con la temperatura (un animal más voluminoso conservaría mejor el calor corporal que uno pequeño) o podría deberse a otros factores ambientales, como la disponibilidad de alimento.

Secord (Universidad de Nebraska) y sus colegas han buscado una respuesta en los fósiles, en concreto en dientes de caballo hallados en el Estado de Wyoming, analizando su tamaño y la composición química ya que los isótopos de oxigeno y de hidrógeno dan pistas sobre las condiciones del entorno del animal.

Jonathan Bloch (Museo de Historia Natural de Florida), coautor de la investigación cuenta que a otro de los investigadores, Stephen Chester, entonces estudiante predoctoral, se le encomendó la tarea de medir los dientes de caballo, y cuando presentó los datos se llevaron la sorpresa: “Señaló que los primeros caballos de la serie eran mucho más grandes que otros posteriores; pensamos que algo estaba mal, pero no, era correcto y el patrón fue más claro aún al acumular más fósiles”. La sorpresa fue aún mayor, continúa Bloch, cuando Secord realizó los análisis geoquímicos de los isótopos de oxígeno en los dientes ya que la curva de datos mostraba “exactamente el mismo patrón de la de tamaño de los dientes”. En total se midieron los dientes de 44 caballos y se analizaron químicamente fósiles de 150 mamíferos.

“Por primera vez, retrocediendo en el tiempo decenas de millones de años hemos podido mostrar que la temperatura fue al causa esencial del cambio en el tamaño corporal de este linaje de caballos”, concluye Bloch en un comunicado de la Universidad de Nebraska. La investigación comenzó hace siete años. Así, descartan que la causa fundamental fuera la cantidad de alimentos, ya que durante aquella fluctuación cálida, parece que el clima fue más húmedo, por tanto más productivo, sin embargo, los animales disminuyeron de tamaño.

Felisa A. Smith, especialista de la Universidad de Nuevo México, señala en Science que la tendencia al enanismo se había ya constatado en numerosos animales durante la época el período de calentamiento hace 55 millones de años, “pero faltaba una evaluación cuantitativa de cómo influyó en la evolución el tamaño corporal de los mamíferos”.

Pero hay una gran diferencia, señalan, y es la velocidad del cambio. En aquel máximo térmico la subida de la temperatura hasta cinco grados tardó entre 10.000 y 20.000 años, mientras que ahora se trata de un siglo o dos. “Así que hay una gran diferencia de escala y la pregunta es si vamos a ver el mismo tipo des respuesta, si los animales van a ser capaces de reajustar su tamaño corporal en dos siglos”, comenta Secord. No está claro cómo de rápido se pueden adaptar los animales al calentamiento, apunta Smith, advirtiendo también ella que hay que tener cautela para extrapolar lo que sucedió en el pasado a las condiciones actuales, porque el marco temporal fue entonces mucho mayor que el actual.


Tomado de Elpaís.com